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Puedes comprar tus propias flores

¿Escuchaste la última canción de Miley Cyrus? Me la recomendaron en un newsletter que recibo (Miley Cyrus - Flowers // Español + Lyrics + video oficial) y cuando la escuché me pareció increíble, de esas que te ponen la piel chinita, sin embargo, lamentablemente como me pasa con las canciones en inglés, ni entendí ni presté atención a la letra. Me gustó tanto que quise saber qué decía y vaya mi sorpresa cuando me encuentro con esto:


I can buy myself flowers

Write my name in the sand

Talk to myself for hours

See things you don't understand

I can take myself dancing

And I can hold my own hand

Yeah, I can love me better than you can


La verdad no solo me sorprendió sino que se me hizo muy audaz y diría que me dio un aire de esperanza, ver que una chica joven, con tanto alcance y tanto que perder, le esté gritando al mundo que esas cosas que nos dijeron que nos las tenía que dar alguien más, en realidad nos las podemos dar nosotras mismas. Si bien la canción trata de una ruptura, no habla de encontrar a otra persona mejor, simplemente dice que se tiene a ella misma. Es una canción de amor, pero de amor a ella misma.


Me emocioné tanto que enseguida se las mandé a mis amigas porque realmente creo y espero que se convierta en el nuevo himno de las mujeres y que ayude a abrir conversación en las generaciones de mujeres jóvenes.


Nunca fui una romántica empedernida, casarme y tener hijos era una opción pero no la única opción que consideraba en mis 20s. Nací feminista, aún cuando esa palabra no se usaba mucho y parecía más una mala palabra que un aspiracional. Tal vez porque tuve un papá que me impulsaba a ser mi mejor versión y que estaba convencido que llegaría a ser lo que yo quisiera ser o tal vez lo traje en el ADN, como tantas otras cosas que uno trae y no puede explicar.


Este sentido de autosuficiencia que tuve desde siempre hizo que en la época de pretendientes y novios tuviera un cierto rechazo por los gestos románticos, los asociaba con una joven necesitada esperando a que llegara el príncipe azul a salvarla. Sin embargo, recuerdo la primera vez que llegaron flores a mi casa. No fueron de un novio sino de un amigo que tenía intenciones románticas conmigo pero tenía claro que no era correspondido. Y cuando vi esas flores en la casa de mi mamá, la verdad es que me encantaron.


Y así nació mi conflicto con las flores, pasé de rechazarlas por ser el símbolo romántico tradicional por excelencia, a preguntarme si tal vez si me gustaban pero nunca terminar de aceptarlas. Esto continuó al punto que muchos años después solo mi marido compraba flores para la casa. Yo nunca compraba flores aunque sí me gustaba que hubiera.


Y un día, hace no tanto tiempo, me di cuenta de lo obvio, y es que yo me podía comprar mis propias flores, por el simple hecho de que me gusten y que las quiera ver en mi casa. Que las flores no tienen que representar una relación con nadie más que con mi propia persona y con la naturaleza, un símbolo que me ayude a apreciar las pequeñas cosas de esta vida y de la belleza que existe en este mundo que habitamos. No solo me di cuenta que podía comprarlas sino también plantarlas y en mi casa ahora tengo rosas, calas, malvones y buganvilias.


¿Qué otras cosas me estaré perdiendo por asociarlas a una relación con otra persona? ¿En qué más me estaré limitando?


El objetivo máximo que tenía en mis 20s era viajar, esa era mi prioridad. Como mi familia estaba un poco desarticulada no existían los viajes familiares, sin embargo viajaba con mis amigas, viajaba sola, viajaba con mi novio, viajaba con la ONG en la que trabajaba, viajaba a donde pudiera con quién pudiera. No se me cruzaba por la cabeza dejar de hacer algo por no hacerlo acompañada. Era joven y era libre.


Hasta que la foto de la familia de 4 me atrapó y cuando quise acordar me di cuenta que la única actividad solamente mía que tenía era ir a trabajar. Un trabajo al que me aferré con uñas y dientes aún en los momentos en que el mundo me gritaba que no valía la pena. El trabajo nos da sentido de valía, independencia económica y nos empuja a ser mejores cada día (https://www.ellaxella.net/post/es-importante-mi-vida-profesional). Pero no es suficiente. De repente me dí cuenta que hasta las salidas con mis amigas incluían a las familias. Y no es que no sean divertidos estos planes colectivos donde sin dudas los niños son los que más disfrutan, pero si solo tenemos este tipo de planes un día te puedes dar cuenta que la relación con tus amigas ya no es tan profunda como solía ser y que solo te quedan, si tienes suerte, un par de conexiones reales y solamente tuyas en tu vida.


¿Cómo pasamos de vivir en un mundo tan amplio y variado a uno tan limitado? La respuesta creo que es más sencilla de lo que me gustaría. El mundo de las mujeres se va haciendo cada vez más pequeño por 2 razones principalmente. Una vez llegan los niños, al estar su cuidado casi exclusivamente en manos de sus madres, los planes que pueden hacer ellas, si aún les queda algo de energía para hacer algún plan, son planes familiares. Las mujeres se vuelven como Rapunzel, atrapadas en su torre, y salir de ella se vuelve algo que desean pero que a la vez temen. Y así de a poco van perdiendo o reduciendo todo lo que las hacía ellas, sus círculos de amigas, sus espacios de soledad, sus tiempos de descanso, sus espacios de recreación y desarrollo personal. La sociedad tradicionalmente premia y presiona a las mujeres para que se queden en el ámbito de lo privado, en su casa. “Históricamente, la mujer ha sido relegada al ámbito de lo privado. No sólo se impedía su participación en las instancias más cercanas al Estado, sino que también se vedó su acceso a la esfera pública en donde se desarrolló la sociedad civil. Su papel se circunscribió al hogar, espacio que tampoco llegó a controlar porque, en última instancia, era dominado por quien tenía el poder económico, es decir, el hombre.”


Segundo, el ideal del amor romántico. Este amor que llega a completar todo lo que te falta, a darte lo que no tienes, a esperar del otro lo que tu te puedes dar a ti misma. “El concepto de ideal romántico gira en torno a una construcción social que se encarga de idealizar, con la finalidad de que las mujeres sueñen con la figura del príncipe azul, proyectan a una mujer potenciada por el amor, con una entrega incondicional, sumamente dependiente de la figura del hombre, necesitada de su protección y afecto. Estos comportamientos se integran con otros anhelos que construyen la subjetividad de las mujeres, haciendo surgir ideales específicos, como el matrimonio, ya que con la llegada del amor romántico, el matrimonio se convierte en una demostración de amor, en tanto que ahora es una elección de la pareja, o el ideal maternal que puede llegar a fundamentar la feminidad de las mujeres y que mantiene una estrecha relación con el amor.”


Esta idealización contribuye a que nos abandonemos y a poner excesiva expectativa en lo que el otro nos puede o creemos nos debe dar, cuando la realidad es que nosotras somos perfectamente capaces de darnos todo aquello que nos instruyeron que debíamos esperar de alguien más. La idealización del amor no ayuda a que la mujer mantenga su vida cuando va creciendo porque parece que el mundo entero está hecho para que te presentes acompañada, nunca sola, aún si tienes pareja. Y cuando quieres acordar ya no sabes ni ir al super sola.


Estoy segura que es algo que se puede recuperar, tal vez no sea de un día para otro pero seguramente como todos los grandes cambios se puede comenzar con una pequeña acción. Tal vez la próxima vez que te encuentres esperando algo del otro, te puedes preguntar si es algo que realmente solo esa persona te puede dar, o es algo que te lo puedes dar tu misma, incluso si es más trabajo. Hasta las cosas que estamos seguras que no podemos solas, podemos solas.


Estoy convencida que el amor en libertad es el único amor válido. El que se elige porque suma y no para llenar ningún rol ni ninguna necesidad. Tampoco ninguna película romántica ni las expectativas del mundo. Simplemente porque la vida con esa persona te parece mejor. Tan simple, tan sencillo, sin nada más de fondo.


Como en todas los temas de los que escribo, el objetivo es ayudarte a tomar mejores decisiones. Y en este caso en particular lo que podría decirte es, no te pierdas; no te pierdas. No importa que tan grande sea el amor que sientas ni los increíbles planes a futuro que tengan, si incluyen renunciar a una parte importante de ti, no vale la pena. Y si no incluyen renunciar a una parte importante de ti, pero te es más cómodo hacerlo, no lo hagas. Como ya todas sabemos, el único amor de nuestra vida somos nosotras mismas y nosotras mismas nos podemos comprar flores.





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